Alejandra

Traía puesta una bata, calcetines y unas chanclas. De pronto se me antojó caminar, así que salí.

Caminando encontré una fiesta y decidí entrar. Había dos de las mujeres más perfectas que me podía imaginar. Una era güera de ojos tímidos y entrecerrados, era tal vez su cualidad más atractiva, pues eran unos ojos orientales en un marco occidental. Una mujer de contrastes que combinan tanto como el atuendo que traía: un vestido negro con motivos dorados poco arriba de la rodilla y unas zapatillas griegas que se anudaban a la mitad de su pantorrilla. Alta y de proporciones perfectas.

Venía con una amiga morena igual de perfecta que ella. Tendría unos diez centímetros menos de altura y unos ojos verdes como el jade que brillaban por el contraste de su pelo tan negro que por momentos parecía brillar azul. Tenía una sonrisa coqueta y unas nalgas perfectas que nacían de piernas hechas en el torno de los dioses y que terminaban en unos pies perfectos. Describir lo que traía puesto es irrelevante. Ella misma era el espectáculo.

Cuando me vieron se rieron de mí y las confronté. Les pregunté que qué era lo gracioso ¿la bata, las chanclas, la combinación o simplemente yo? Nos reímos juntos y al poco tiempo nuestra elección en calzado hizo que coincidiéramos en que sería mejor irse. De pronto estábamos en un taxi de camino a mi casa. Chocamos.

Cuando desperté en sobresalto, me encontré con mi mamá apurándome para ir a la escuela. Me llamo Alejandra y tengo doce años.

El monólogo del universo

Si el Big Bang es un punto dentro de un evento cíclico, tal que existe una sucesión infinita de Big Bangs y Big Crunches, entonces el ciclo del universo es un esfuerzo consciente por romper con un monólogo que es inevitable. Explico.

El universo en que vivimos es una mente universal dislocada que inconscientemente busca unificarse. Sin embargo, lo curioso es que la ruptura, dislocación o mentalisis, es voluntaria. Es a propósito y es producto del aburrimiento; del monólogo eterno en el que caería si decide permanecer unida. Es ahí cuando ocurre el BB, mientras que el BC es la calma del cero absoluto.

Hay algo complicado: la mente.
Yo me la imagino como una tela que envuelve al átomo hipercomprimido que existía en los segundos antes del BB. Al explotar para crear lo que postulamos como el universo, la “tela” mental envolvió a todo lo que resultó de esa explosión.

Si todo en el universo tiene mente, la propiedad mental universal es el lenguaje. Además hay dos lenguajes universales: arte y matemáticas.

Para todo aquello que dividamos físicamente, o que categoricemos como algo distinto, hay una “tela” mental que lo abarca. Esto le da la capacidad de comunicarse con el resto de los objetos en el universo a través de estos lenguajes. Así también pueden percibir el paso del tiempo o su ubicación en el espacio. Esto aplica para todo en nuestro universo.

Trisomía atómica

En ese momento, las condiciones fueron tales que cuando esos dos átomos de hidrógeno se vieron a los ojos, no hubo nada que los pudiera separar.

Pero hubo otro momento en el que vieron pasar por ahí a un oxígeno. Fue imposible que la mirada de los dos no siguiera semejante espectáculo.

Se vieron a los ojos de nuevo, como aquella vez, hace ya tres diezmilésimas de segundo, y fueron a hablarle.

Primero se gustaron, pero luego se cayeron bien. Luego se corrió
 la voz y así nació el agua.