A primera vista

Querida bisectriz de mi certeza,
seductora de mi confusión.
A veces dices unas cosas,
que hacen que pedacitos
de mi corazón mueran necrosados
y caigan en el hueco entre
estómago y diafragma.
Pero luego recuerdo aquél día
en que nuestras miradas
se cruzaron en un silencio furtivo,
y sin el café intermediario
se dijeron que podía ser para siempre.