El inicio

Empecé a escribir en 2003. Creo que sin saberlo, como por instinto. De pronto me encontraba apuntando ideas, observaciones, memorias, impresiones…

Este post está aquí, y tiene esta fecha, para recordar el año y las ideas que detonaron mi pasión por escribir. Por ejemplo, a finales de octubre de ese año, tuve una idea que anoté como nota al pie de página, pero que me da mucha risa, por que al final, fue esa idea la que me llevó a estudiar filosofía: el fenómeno del espectro invertido de John Locke. Por supuesto que cuando lo pensé, sentí que había descubierto el hilo negro. Textualmente, así es como me lo planteé en aquél entonces.

“Ya creo más en la subjetividad, se me hace muy impresionante que llegue a tal grado en que existe una realidad por consciencia, y que lo único que mantiene todo el asunto coherente* son convenciones que aceptamos en conjunto, como humanidad que somos.
Ejemplos de esto son primero el habla, comunicación; las ciencias, que tanto anhelan explicar la “realidad”, al parecer no acaban de comprender que la realidad que inteligen es simplemente una aproximación que se pierde en la subjetividad del código mismo. Las mismas matemáticas, que son la cosa más cercana que tenemos para descubrir esta “realidad”, ya están dando pistas de la subjetividad intrínseca y de las posibilidades que tenemos de entendernos. Estoy citando el teorema de la incompletitud de Göedel, que básicamente dice que ningún sistema puede comprenderse a sí mismo en su totalidad.
La teoría del caos habla de las posibilidades infinitas y de las influencias del todo en las cosas más insignificantes.

*con coherente me refiero a que es lo que permite que nos entendamos; pisar suelo común, sin embargo, una pregunta que me llevo haciendo desde chico es ¿qué tal que el color que yo veo como verde es percibido cromáticamente distinto por los demás? Obviamente no lo pensaba con esas palabras pero la idea es que no importa el color sino el nombre que le asignamos a ese color. Un daltónico tiene un problema que puede estar más cerca del área de broca que del área visual; para todos los demás es una posibilidad, ya que una vez relacionando el nombre con el espectro de luz, todo lo demás es condicionamiento social. Con esto quiero decir que no importaría si un ejecutivo ve un traje de color amarillo fosforescente donde los demás vemos negro, ya que él fue educado con la línea de que los trajes negros son elegantes; el hecho de que en una boda este personaje viera a todos los hombres con trajes amarillo fosforescente puede ser molesto, tal vez ese señor viviría muy tenso por estar rodeado de esos colores, pero al fin y al cabo sería normal para él. Esto habla de lo subjetivas que se pueden volver las herramientas que construimos para luchar contra la subjetividad misma.
Esto me lleva a pensar en el caos, que como el negro bien apuntaba, se está poniendo de moda…”