En 2017 se publicó mi primer libro, Claroscuro. El primer cuento en ese libro desarrolla la idea del matemante más a profundidad. Esta es la semilla de la idea:
En un mundo en el que cualquiera tiene la capacidad de hacer sus pensamientos voluntad, la gente debía ser muy cuidadosa pues cualquiera podía destruir la realidad.
El matemante es aquel que moldea la realidad y la mantiene coherente. El aprendiz ayuda a físicos, químicos y biólogos para entender cómo es que se aplica el lenguaje que algún día dominarán. En sus niveles bajos no sé qué hagan aún, pero en los más altos, controlan el giro y la inclinación de la tierra, o cosas como la distancia a las lunas o el calor de la Estrella. Pero los matemantes no se preocupan por la experiencia. Son todo estructura. Para eso existen los artistas, que dotan la realidad de colores adecuados y agradables para la mayoría de las sensibilidades.
El Arista fue el primero en lograr conocer un lenguaje ajeno a través del que dominaba. Nadie sabe si nació artista o matemático, es decir, nadie sabe con qué lenguaje nació, pero el punto es que logró entender el otro. Una hazaña que nadie había logrado antes…