Las ideas son humores a expulsar para
desangrar, sacar la bilis, escupir las flemas
y explotar para dejar manchado el suelo de la historia.
Plasmar imágenes invisibles
salvo a través de sus efectos, hoyos negros
de la creatividad que emiten rayos X
en un ashurado de caracteres
que oponen resistencia ante el orden de lo planeado,
caos de pixeles que se rebelan
ante el puntillismo de los párrafos.
Un choque frontal entre la voluntad
y el borrego cimarrón de la distracción,
cuya constante vibración
cimbra los escombros del esqueleto.
La magia ocurre cuando las palabras se acomodan
como proteínas para crear esos textos
que viven y adquieren poder cuando
al impactar, sus ondas de metafísica tangible
se propagan en el océano de lectores.