La palabra, como tinta sobre papel, no es sino una cuerda de símbolos. La palabra hablada es igual, pues no es sino una sucesión de sonidos. El truco es registrar las ideas que valen la pena y saber reconocerlas. Porque sin duda ahí están, pero es difícil capturarlas en el momento en el que ocurren. Al final está el trabajo, porque no hay idea genial que valga la pena si no se trabaja, esto es, no es la idea lo que vale, sino el trabajo que se le invierte al exponerla.