Semilleros de historias para el ojo observador
y la mente creativa; tanta gente diferente,
tantas lenguas desconocidas
que se escuchan fragmentadas,
y sobre todo,
tanto tiempo.
32 horas despierto. WiFree en Doha.
32 horas viajando,
bajé tembloroso.
Fumo en cuartos aislados
en donde hay que cortar el humo con machete.
Temblaba más: las manos, los ojos.
Todo era más brillante de lo normal;
como si las luces del aeropuerto
estuvieran calibradas a una intensidad mayor.
La gente, elegante bajo sus propios términos:
algunos vestidos todos de blanco,
y otros,
en un grupo que incluía tanto hombres como mujeres,
con estampados rutilantes
que me hacen imaginar que en ese país,
un solo tipo de tela para todos los habitantes.