La bodega lo había dejado exhausto, sus pies pulsaban de una manera que recordaba a gritos la monotonía de la jornada. Le llamaba la atención el grado de cansancio que su cuerpo había acumulado, como si los músculos ardieran tan intensamente que el calor derretía los huesos; como si fuesen una máquina que gradualmente pierde su fluido hidráulico a través de un goteo incesante y tan repetitivo como la tarea que lo había agotado…
Me abruma una seriedad que pesa. Ansiedad añadida. Y sin embargo el estar rodeado de gente fuera de la fábrica me permite repartir la carga a pesar de que no existe interacción humana alguna.