Lo soñé ayer hay y aún hay algo que no puedo olvidar: ya casi antes de despertar era un fórmula 1. Los ingenieros me decían que me iban a inyectar aceite caliente y yo tenía miedo. Intentaba moverme, pero no podía. De pronto se abre la toma y pasa de estar dentro del coche hacia fuera. Es entonces cuando caigo en cuenta de que soy un coche. La parte de adentro era la parte que “pensaba”; no sé si era una computadora o una simple barra, pero algo había adentro que pensaba. En ese momento me pregunté justamente eso: ¿cómo es que un coche siente y piensa? Y entendí que tenía que ver con mis ideas filosóficas, esas a las que en su conjunto llamo mi cosmogonía. No es que hubiera algo que pensara, sino que el yo era el conjunto de piezas y componentes. Podía entender los frenos o la suspensión y podía pensar desde su punto de vista. Podía entenderlo todo desde el punto de vista del coche. Dentro de las adiciones que es común hacer en la vigilia cuando se trata de reconstruir un sueño, pensé que podía tal vez pensar en un programa estilo “total recall”, en el que la experiencia de pista era completa: uno era coche, ingeniero, llanta, muro de contención, y la pista misma. Todo desde el punto de vista fenomenológico. Sería tal vez, algo que pasó de ser un programa militar, a un programa recreativo; un poco como internet.