Mar metal

Algo le pasa al mar. Primero fue el color, como que lo fue perdiendo. Luego empezó a espesarse, a hacerse más viscoso. Era como si poco a poco se empezara a transformar en un líquido metálico más obscuro que el mercurio. Llegó a tal grado que la gente se empezó a preguntar si el fenómeno terminaría por solidificar los océanos.
Nadie sabe por qué o cómo, pero todo mundo está de acuerdo en que empezó con el color; o mejor dicho, la pérdida gradual del color. Como la pérdida se daba de manera gradual, la gente que vivía en las costas nunca se dio cuenta; tuvo que llegar gente de fuera para hacer la observación con base en sus memorias, pero para entonces ya era demasiado tarde. Cuando los científicos encontraron la correlación entre la ausencia de color y el decaimiento de la vida marina, ya todo estaba perdido. Los océanos no eran mas que mares de tonos grises y sin vida.

Pero ¿cómo perdió el color el mar? ¿Por qué afectó eso a la vida y qué tiene que ver con la densidad y viscosidad? Nadie lo sabe aún, pero a 250 años de los últimos reportes de avistamiento de vida marina, la teoría científica más aceptada es que el mundo se puso triste. Sí, así es. Las descripciones emocionales ahora son válidas en el discurso científico, y la tristeza ha sido la mejor explicación hasta ahora. La tristeza hizo que el planeta cambiara cosas a nivel molecular, de tal manera que todo se comportaba de la misma manera a nivel químico y funcional, pero era visualmente distinto. Hoy, 250 años después, la vida es en tonos de grises y no sabemos por qué. El mar nunca se solidificó, pero el resto de la naturaleza sí perdió también sus colores. ¿Se imaginan las flores o aves tropicales sin color? Es triste.

notas sobre el autor como productor

El autor como productor es un librillo que salió de una cátedra que dio Benjamin, y  que antecede a  su trabajo más famoso: La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica.

Según Benjamin, la calidad de una obra de arte se mide en la capacidad que ésta tiene para dar cuenta de los problemas técnicos que la historia de su oficio (aplicado a la sociedad) le plantea en general, y particularmente en el caso de una sociedad con tecnologías modernas, enfrentarlas a la inminencia de un cambio radical. O sea, aprende de tus errores y limitaciones y utiliza lo aprendido para cambiar tu oficio.

La obra necesita insertarse en el conjunto vivo de las relaciones sociales, mismas que están condicionadas por las relaciones de producción.

La técnica literaria existe para someter a la obra a un análisis social.

El lector está atado al periódico por su impaciencia cotidianamente ávida de nuevos alimentos. Este punto es particularmente interesante, ya que si bien él habla del periódico, hoy se puede extrapolar a todos los medios que nos rodean y ejercen control sobre nosotros: internet (y la plétora de redes sociales), televisión, etc. Además, hoy nos enfrentamos a una capacidad de atención disminuida por parte del público, aunque a cambio de eso tenemos más participación e interacción entre los autores y su público.

Dado que ser literariamente competente es un bien común, hay que refuncionalizar la práctica literaria para suprimir la oposición entre técnica y contenido y la diferencia entre autor y público.

En conclusión, creo que es evidente que la teoría es de güeba y que hay más crítica en el acto de romper la ventana de un Walmart que en teorizar sobre estas cosas. Aunque sí estoy de acuerdo en que todos deberíamos de leer y escribir más; al fin todos sabemos hacerlo.

No Computer

Con el objetivo de crear conciencia sobre la importancia de la socialización no virtual, el diez de noviembre de 2113 se estableció, de manera obligatoria, un día a la semana sin aparatos electrónicos. La medida se instauró de manera inmediata y a nivel global. Surgió como respuesta a un declive constante en los números de la población a nivel mundial, y tras cincuenta años de negociaciones fallidas. Es la consecuencia de una población que se mantiene al borde de la extinción. El origen de la extinción no estaba en los aparatos electrónicos, pero con tal de no cambiar el sistema, la oligarquía estaba dispuesta a intentar cualquier cosa.

Calaveras

El apocalipsis zombie

Nos venden, nos vendemos y nos compramos. Compramos y vendemos cosas, ideas, nuestro trabajo y nuestra mente. En realidad es posible prescindir de la mayoría de estas mercancías, sin embargo la falta de sensibilidad para percibir nuestro entorno, hace que no nos demos cuenta de que podemos prescindir de ellas hasta que las tenemos. Es decir, compramos para darnos cuenta de que lo que acabamos de comprar es basura. Al darnos cuenta de eso nos preparamos para deshacernos de la basura, per no sin estar programados para consumir lo que sigue.

La clave está en la palabra ‘CONSUMIR’. Me llama la atención que también la usemos para hablar del fuego que consume un bosque. Es, en definitiva, una palabra negativa. Consumimos por consumir, porque nos han condicionado a pensar que así es como debe ser. Además tiene doble filo, pues mientras el cerebro individuo es consumido por la publicidad y los medios, el individuo, al seguir esas instrucciones, consume su entorno.

No se puede producir para el consumo. O más bien tal vez es que no puede haber producción que aguante el consumo, pues el consumir implica una acción que eventualmente termina con aquello que se consume.

De ahí que ahora hablemos de creación de necesidades. Tenemos que dejar de crear necesidades y más bien concentrarnos en las necesidades reales.

El éxito de los zombies y la curiosidad en torno al apocalipsis zombie se debe a que el mundo zombie representa una de las muertes posibles del capitalismo.

Ahora que los zombies están de moda no puedo evitar en preguntarme por qué. Por un lado me parece interesante cómo a través del fenómeno zombie, la gente se comienza a preguntar, si bien de manera tácita, qué pasa cuando las condiciones del mundo ya no permiten mantener ciertos hábitos de CONSUMO, que pongo con mayúsculas para contrastar la palabra con la otra acepción; la del bosque. Sin embargo todos, desde los que se preguntan cosas o se dan cuenta de que el mundo que hemos moldeado es insostenible, hasta los que no se preguntan cosa alguna, estamos sujetos a la manipulación del capitalismo. Con esto me refiero a que el sistema mismo nos impide darnos cuenta de que ya  somos zombies. Nos hace creer que somos libres y luego nos impone la manera en la que debemos vivir, creando necesidades y emociones ajenas a nuestra verdadera naturaleza.

Vivimos en un mundo tal, que incluso cuando somos concientes de que ni podemos ni debemos mantener este modo de producción, seguimos perpetuándolo. Sí, el ecologista que recicla que vive en Portland no come carne, pero es un médico en un hospital PRIVADO y ha PRIVADO de cuidado a más de un paciente por no tener un seguro. El ejemplo del médico antihipocrático o hipócrita es simplemente una gota más en el vaso. El problema real, evidentemente, es más profundo y no puede analizarse bien en un ensayo sobre zombies.

El problema que me interesa abordar con ese ejemplo, es cómo el sistema en el que vivimos nos hace sentir cómodos con nuestra situación; cómo nos permite darnos palmaditas morales con nuestras diversas pequeñas contribuciones, eso sí, muy individuales, propias y originales, mientras seguimos alimentando al monstruo en todos los niveles que no son parte de nuestro “yo”. No vemos los problemas ajenos como propios, existe una división entre el yo y la comunidad y eso genera zombies: zombies con educación universitaria que compiten para enriquecer a unos pocos en vez de contribuir y producir para la sociedad. Eso es lo que hace de nuestro mundo un mundo zombie, y eso es lo que hace que nuestro coqueteo con la idea del apocalipsis zombie estilo TV represente simplemente una alternativa (demasiado improbable y muy fantástica, pero alternativa al fin) a la realidad capitalista.

Y claro, el argumento no es que todo aquel que se sienta consciente deje de comer carne o tomar cocacola. El argumento es bajarle a la voracidad y pensar un poco en el otro; sea el entorno, o los seres que en él habitan. Dejemos de ser zombies voraces, dejemos de competir para producir para unos cuantos, dejemos de consumir y produzcamos; distribuyamos. Dejemos de ser consumidores.

Creo que la discusión puede extenderse, por lo que me gustaría dejar algunas preguntas abiertas. ¿Hay posibilidad para la revolución de los zombies? ¿O más bien seguiremos anhelando el apocalipsis zombie mientras nos podrimos en una realidad que ya está en sí zombificada?

Epistemología 1

Pensaba en el conocimiento y en cómo es… ¿infinito? Tal vez. Lo que pensaba es que antes el conocimiento giraba en torno a la comprensión de lo exterior. Las ciencias avanzan y nos legan lo entendido en el pasado de tal manera que ahora, el conocimiento que se hace hacia el exterior, es hiper-especializado. Con esto me refiero a que un biólogo ya no se dedica a comprender la naturaleza de los seres vivos, sino que se especializa en un aspecto particular dentro de su disciplina.
 Eso está bien.
 Pero la razón por la que pienso en infinidades o asíntotas cuando pienso en el conocimiento (no sé si sea mejor decir ‘conocimiento qua información’ o simplemente hablar de información, pero bueno), pienso que la información es, por la cantidad que generamos tratando de entendernos a nosotros mismos, nuestra naturaleza. Somos información en este universo lingüístico.
Éste post es simplemente una discusión interna y monológica pero que me encantaría discutir. Es un tema hondo y con mucho que hablar.

Hitman Redux

Cuando no está trabajando, Mr. DeSilcia está trabajando: recorre las calles en busca de parapetos, ángulos, cámaras, gente. Camina, usa el transporte público; es verdaderamente una persona más en la congestionada ciudad. Cuando sale de la ciudad es lo mismo. La perfección es su patología. No puede ser de otro modo. Cada informe presidencial ensaya una nueva posición, mide con distintas herramientas.

Siempre llega a dormir a su casa. Realmente le molestan los hoteles, así que los evita. Si el trabajo lo requiere, es mejor rentar un lugar. Cuando renta es igual que en su casa. Cable a la puerta. Si se desconecta, búm, pum pfffggg. El seguro pende por dentro sobre la puerta. Un pequeño hilo de pescar. Se jala y listo.

Y cuando llega el blanco, se pone a trabajar. Nunca falla. No es italiano, pero se rumora que habla con las plantas.

La sazón del trabajo

El sabor del trabajo es comer con las manos,
es enamorarte de tu comida desde que la ves a lo lejos,
mirarla a los ojos y sentir mariposas.

La muerte también macera; adereza.
Comer así toma horas,
y cuando acompañas a tu comida durante tanto tiempo,
la sazón es el trabajo.