Estoy de pie en una galería
y el espacio se cierra a mi alrededor
mientras intento entablar una relación
con el cuadro que tengo enfrente.
Cada mañana tomo café con un primo que es hermano
y que desde Barcelona me observa
con ojos de de guitarra hechos de silicona sobre lino.
Ahora platico
con una amable señora
mientras dos niñas le enseñan a mi computadora
cómo montar su primera ola.
No puedo hacer mas que esperarla con ansia, deseándole suerte.