El tono sepia del paisaje desértico
se proyecta desde esos ojos que son almendra,
que son ámbar,
pero que son más bien tus ojos;
esos que sólo tú sabes usar,
que sólo a ti te quedan.
Eres La Ciudad en la que quiero vivir.
Pero a la estrella de mi sentir
se le acaba el hidrógeno y
genera elementos pesados
que llevan mi hartazgo hasta su masa crítica.
Late el bituminoso movimiento elástico del tráfico.
Mi cerebro secreta imágenes mórbidas
y me alejo de tu horizonte nublado por el polvo.