En nuestra sociedad se ha perdido el sentido de la realidad. Vivimos una realidad fragmentada, desgarrada y esquizofrénica. En pocas palabras, vivimos sin vivir. Como decía Juana de Asbaje pero en plural; vivimos sin vivir en nosotros ni para nosotros. Vivimos de y para lo ajeno. Nuestros conceptos de valor, de propiedad y de calidad de vida se han desvirtuado a niveles tales que ya no somos seres humanos; ya no somos una especie. Esto se lo debemos al capitalismo y su apoteosis de la individualidad.