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Balance

INTRO GUIÓN

Lo vemos sentado trabajando, una corriente de viento se cuela por la ventana y crea distancia entre él y el lápiz que quiere alcanzar. No aparta la mirada del papel sobre el cual plasma las ideas que fluyen como río. Para él ya es natural tener todo a su alcance. Cuando extiende el brazo y abre la mano para tomar el objeto que necesitaba, se sorprende al no encontrarlo, pero no repara en ello. En cuanto hizo el movimiento y pensó en dicho objeto como sujeto, éste regresa a la posición original; al alcance de su mano.

Todo está en entender el balance, no es necesario pensar en la velocidad del viento ni se requiere de mucha concentración. Es algo que sucede de manera natural entre todos los sujetos que comparten el espacio en un tiempo determinado. El truco es, entender a todo aquello que comparte nuestro espacio en ese tiempo determinado, como un sujeto. De ahí sigue que en el espacio-tiempo no hay objetos y sujetos, sino únicamente sujetos.

Cuando él pensó en el lápiz, éste escuchó su pensamiento y reaccionó de acuerdo a él; no por obligación, sino porque el lápiz conoce su función, veía en la persona una vía para cumplir su función, y además recordaba su posición original.

Sobre el balance.
El balance vive entre el movimiento y el tiempo. Newton tenía una buena idea en su tercera ley, pero esto va mucho más allá. Se explica mejor con el ejemplo en el que la voluntad del lápiz reacciona a la voluntad de quien lo utiliza para que desempeñe su función: en el ejemplo, todo comienza porque la voluntad del viento mueve al lápiz (que por cierto no se opone), pero a la vez, el lápiz tenía una posición determinada en función de quien lo utiliza para escribir. El problema aquí, es un problema de aritmética de voluntades. La voluntad de quien quiere escribir, más la voluntad de quien escribe (o sea el lápiz), menos la voluntad del viento igual a telekinesis.

El continuo comunicativo

Aún tengo que trabajar mucho sobre esta idea, pero igual ahí tá.
Puede sonar trillado, pero todo está conectado. Es otra manera de explicar otra idea trillada: que somos una sola cosa. Si bien es fácil entender la idea (como tal; a nivel mental), el argumento que pretendo hacer se extiende hasta el terreno de la física.

He tenido este tipo de ideas desde hace nueve años, pero siguen apareciendo en distintas formas. Este fragmento, por ejemplo, surge después de haber leído un artículo en Wired sobre cómo era posible hacer que una rata de laboratorio moviera la cola con sólo pensarlo, y sin intervención quirúrgica.

Suponiendo que todo se origina por un(os) impulso(s) eléctrico(s) en el cerebro, hay dos maneras en que la comunicación puede ocurrir. Si lo que se quiere manipular es el cuerpo propio, como por ejemplo detener una temblorina, el cerebro manda la señal a través del nervio más cercano pero a partir de ahí, ¿cómo llega a la mano o al párpado? Según yo la información se debe ir pasando a través de las células, tejidos o incluso la sangre. La cosa se complica cuando se quiere actuar sobre agentes externos, pero el método es el mismo: impulso que se propaga a través del cráneo, luego a la piel que está en contacto con; digamos, el aire, y luego esa información que ya dejó nuestro cuerpo se va pasando de molécula a molécula hasta llegar al objetivo.

En el artículo hablan de una brain-to-computer interphase, pero yo más bien creo que el cerebro es la interfaz, y que, a través de esa interfaz podemos ser capaces de incidir en el continuo comunicativo.

Propriocepción

La propriocepción es la misteriosa capacidad que tenemos para voltear instintivamente, sólo para darnos cuenta de que alguien nos observa. ¿Cómo pudimos saber que alguien nos está viendo, cuando nosotros le estamos dando la espalda?
 Creo que alguna vez leí que era porque nuestros cerebros procesan inconscientemente mucha más información de la que nosotros somos capaces de analizar conscientemente. Así, esos ríos de información se suman, y si nuestro cerebro cree que podemos estar en peligro, nos impulsa a voltear, sólo para encontrar que un anciano tiene sus ojos clavados en nuestra espalda.

En lo personal no me siento del todo satisfecho con esta explicación, y creo que nuestro cuerpo en su conjunto debe actuar como un receptor de vibras. Esto es, además de la suma de factores inconscientes que nuestro cerebro procesa. Tengo esta intuición porque uno no se la vive volteando cada vez que es observado, y a la vez me parece difícil que el cerebro pueda factorizar información cuando hay barreras físicas de por medio (como por ejemplo de coche a coche).

El detector de vibras tiene que ver con que creo que el cerebro (y la mente, si me presionan) no vale  sin el cuerpo. Es decir, nuestra individualidad (si es que tal cosa existe), existe únicamente en el conjunto mente-cuerpo entendido como una sola cosa, y es esa cosa la que puede detectar intenciones, pensamientos, etcétera, y por lo tanto advertirnos cuando percibe señales de peligro.

Un experimento

Descripción en todas las personas, singular y plural

Si tan solo se hubiera dado cuenta antes. Pero no. Cuando nació, la tecnología que haría evidente su condición aún se estaba gestando. No había internet, y así lo que lo único que sustentaba su existencia eran las ondas de radio. Suena dramático, pero en realidad simplemente significa que vivía una vida normal. Con el advenimiento de la red inalámbrica, empezó a notar que sus sentidos se agudizaban. Al principio era intolerable; podía oler el baño en los restaurantes, escuchar las peleas de sus vecinos y ver en la obscuridad. Lo peor de todo era no poder saber porqué de pronto sus sentidos se agudizaban hasta alcanzar niveles suprahumanos. Con el tiempo aprendió a controlarlo, pero eso tuvo como consecuencia cierto nivel de dependencia, es decir, si por alguna razón ajena a su control perdía la conexión de manera súbita, era muy probable que se desmayara.

Nadie tenía por qué saber de su condición, nadie pudo haber si quiera imaginado su condición. Sí, claro, las ondas de radio se pueden traducir a impulsos eléctricos, pero ninguno de nosotros hubiera podido adivinar que tal fenómeno podía ocurrir de manera natural. Cuando intentamos estudiar la situación, ya era demasiado tarde pues no teníamos manera de rastrear a la persona afectada. La única opción que nos quedó, fue buscar como se busca a los hoyos negros, es decir, no buscar al objeto que se quiere estudiar, sino a la manera en la que incide en lo que ocurre a sus alrededores.

Cada tercer día voy a trabajar a un café que está cerca de mi casa. Todo es perfecto excepto en aquellos días en los que la conexión a internet se cae; aunque después de aquél día me di cuenta de que hay de caidas a caidas. Era un tercer día cualquiera, pero resultó estar lleno de coincidencias. Primero, que yo checara que había conexión porque estaba a punto de mandar un mail, segundo porque mi pesquisa tuvo lugar justo en el momento en que la conexión se caía, y tercero porque en ese preciso instante, una persona que esperaba a que le entregaran su café se colapsó sin decir una sola palabra.

¿Creen poder conmigo? ¿Acaso creen que no sé cuánto tiempo llevan intentando rastrearme? No tienen oportunidad, están perdidos. Si lo hubieran intentado antes, tal vez, pero ahora es demasiado tarde. Estoy muy fuera de su alcance y volando muy por encima de sus radares. Nunca debieron haberse metido con una mujer

Imagínate que vas caminando por la playa y te encuentras con una persona concentrada en el horizonte. Tiene una computadora encendida y con un USB drive pegado. Tú, nada penoso y con una curiosidad que raya en la impertinencia, te acercas pero caes en cuenta de que, pese a que la computadora está funcionando, tiene el protector de pantalla. No hay música ni audífonos, simplemente esa persona con la mirada perdida en el horizonte. Tú curiosidad se desborda y te abalanzas con una serie de preguntas. La única información que obtienes es que está viendo la otra costa (tú sabes que es imposible) y que necesita la conexión para ver hasta allá. Tu interlocutor no dice más; como si te pudiera bloquear; dejarte de percibir.

Ellos se lo buscaron. Si tan solo pudieran respetar la intimidad y el espacio personal, nada de esto habría pasado. Después de la primera transgreción, dejé de considerarme parte de su especie. Esa especie que, dada su naturaleza social, es propensa al chisme, a saber qué le pasa al otro, y si lo que le pasa es malo, tanto mejor. Las redes sociales les ajustaron de maravilla por esa razón. Pero jamás voy a permitir que me conviertan en un experimento social más, no voy a servir a sus propósitos, y si es necesario, soy capaz de exterminarlos.

Coin

INTRO

Se han unificado todas las monedas del mundo.
Como consecuencia, nacen los “créditos únicos”: una moneda tal que cada unidad se asigna individualmente. Los robos son prácticamente imposibles, pues no hay manera de usar un crédito que no haya sido aprobado por el comprador. Si la transacción se hace bajo coherción, se denuncia, y como rastrear el crédito es fácil, el perpetrador cae rápidamente.

“…normalmente nos toma un par de minutos rastrear el robo…”, afirma Hideo Kasaki.

Inmortalidad e Información

Ya veo porqué he estado pensando tanto en fotones. Creo que son la clave para almacenar información, de cualquier tipo, y para moverla. La luz llega a nuestros ojos después de rebotar en los objetos que vemos. Pero también rebotan en nuestros ojos y luego continúan con su camino ¿cierto? ¿O a caso los absorbemos para luego liberarlos transformados en otra forma de energía? En realidad, cualquier opción funciona, pues me quiero aprovechar del carácter especulativo del Bosón de Higgs (BH), para proponerlo como candidato a ser el portador de esta información.

Así, se puede especular que, siendo el BH el portador de la información, los fotones son los que ayudan a propagar esa información. Esto se logra a través del intercambio de BH’s. Pensémoslo así: un rayo de luz rebota en una pared y llega a nuestros ojos para que veamos la pared. Al rebotar en la pared intercambió BH’s, esto es, dejó algunos y recogió otros para luego continuar con su camino hacia los ojos que miran la pared. Cuando llegan a nuestros ojos, es irrelevante que sean absorbidos o que reboten de nuevo, pues independientemente de eso, ocurre un intercambio de BH’s.

Entonces los fotones son en realidad paquetes de información. Supongo que parte de esta información es fenomenológica, es decir, podría haber un código para el color rojo; para llevar la información de lo que se siente percibir el color rojo. Eso explica el sentido de la vista, pero algo similar ocurre con los demás sentidos, sensaciones y sentimientos.

El ser humano es mucha información. No sólo la información que trae en la cabeza, sino toda la información que percibe y la que su entorno exhibe (como los fotones que rebotan en una persona para ser percibidos por otra). Es también su voz y lo que comunica, es su tacto, el cómo se siente y si los seres humanos se atraen, pueden saber a qué sabe otro ser humano. Lo que no se percibe con la óptica son impulsos eléctricos, y los impulsos eléctricos son electrones. El modelo estándar clasifica a los fotones como bosones, los protones hadrones y los electrones fermiones. Tal vez todas esas subpartículas son portadoras de información, tal vez.

Lo que me estoy imaginando es que toda esa información se almacena en fotones (o en las otras subpartículas) y vaga por el universo, rebotando de objeto en objeto y así compartiendo información. Me gusta pensar que al morir, ese último impulso eléctrico que nos recorre, ese último latido y esa última imagen, es información empaquetada y lista para ser compartida con el universo. Realmente no muere; la información no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Imagen-nota

Amanecí con una imagen en la cabeza: un tipo que escupe pequeños tipos como él. Supongo que tomé la imagen del pez que guarda a sus crías en su boca cuando hay peligro. Aún no sé cuál pueda ser la aplicación de esa imagen, pero mientras pensaba en ella desayunando, se me ocurrió contrastarlo con la idea del wifi built-in head. De ahí se me ocurre que puede haber un mundo donde hay dos tendencias humanas. Los bio-humanos y los tecno-humanos…

Tres microrrelatos

La búsqueda de la integración de la tecnología con lo humano se aceleró y fue así que se logró con éxito el primer experimento en bioinformática.
El objetivo era conectar al cerebro humano con la red, y aunque la tecnología y los lenguajes estaban allí, el problema era el cuerpo humano: la máquina más compleja que haya estudiado el hombre.
Al final, la solución se encontró gracias a la medicina nanotecnológica. Una inyección de nanocitos que formaban un lóbulo artificial junto al área de Broca y eran capaces de recibir las señales de internet y traducirlas a impulsos eléctricos.

Hablas con las cosas esperando que te contesten, hasta que te contestan.
La primera vez que ocurrió fue cuando un joven autista en Sri Lanka vivía incomprendido en el orfanato que habitaba. Nadie se enteró.
La primera vez me contestó la pata de una mesa. En mi cabeza le hacía preguntas, mientras que mi boca repetía incesantemente su nombre: “pata de la mesa, pata de la mesa, pata de la mesa…”.
La primera vez que la escuché dijo “noventa” inmediatamente después de que mi cabeza pensara en preguntar ¿cuál es tu número favorito?
Hablar con las cosas me permite hacer magia.

Los curiosos sabían desde hacía tiempo que había investigadores trabajando en la teletransportación, pero Lorena nunca imaginó que viviría para probarla.
El proceso consiste en sintonizar los impulsos neuronales con las pulsaciones electrofotónicas emitidas por cualquier objeto.  Cualquiera. En el caso de la teletransportación entre personas, el sintonizado podía teletransportarse al cuerpo de otro sintonizado que estuviese dispuesto a hacer el cambio. Debido a las complicaciones para repetir los cuerpos, el procedimiento sólo se podía hacer a nivel consciencia.
Fue así como la humanidad aprendió a pensar en cabeza ajena. Literalmente.

Dos microrrelatos

EN MENOS DE 100 PALABRAS

En la noche, cuando Ernesto llegaba a casa después de trabajar, pasaba el resto de sus horas hablando con los objetos que encontraba en su casa. Una de las conversaciones más interesantes que tuvo fue con su módem, pues fue el primer objeto del cual pudo percibir respuesta. Ernesto no estaba loco. De hecho, después se daría cuenta de que la deficiencia estaba en el resto de la gente.
Fue un pionero que pasó a la historia como el primer ser humano en darse cuenta, si bien intuitivamente, de que nuestro universo es lingüístico.

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Somos uno, somos todo. Entendemos que simplemente somos porque el tiempo nos ha dotado con la capacidad de entendernos. Al entendernos, nos hacemos parte el uno del otro y cuando eso pasa compartimos no sólo lo que sabemos, sino también nuestras capacidades y lo que nos hace ser lo que somos.
Tomó tiempo, pero lo que alguna vez entendimos como manada, se transformó en sociedad, la sociedad en comunidad, y la comunidad en unidad.
Ahora únicamente podemos existir en conjunto y por eso hablamos en plural. Somos el planeta donde vivimos.

Alienación atómica

¿Qué chistoso no? La relación entre digamos, protones y electrones puede describirse en términos marxistas (sin pretender sonar académico) como una relación de alienación, en la que tanto el electrón como el protón creen que son individuos. No se dan cuenta que dependen uno del otro y que en realidad no son ni protón ni electrón, sino átomo.