Category Archives: Poesía

Migrando

En geografías ajenas
desempolvo la física del no
con la delicadeza de la brocha de un arqueólogo
especialista en el acceso impedido.

Me tomo un coctel olfativo de basura hecha partícula,
polvo añejo que se pasea con un ritmo melalcohólico
y me congela hasta el cero absoluto de la voluntad:
imposibilidad de libertad y tiempo muerto.

Tal vez por eso no me atrevo a tocarte con el filo de mis dientes
y en vez descoso el vestido de tu noche con la tijera de mis pasos.

Te vi pasar

Si fueras más hermosa
serías una diosa.
O tal vez lo eres y mis
pupilas se incendiarán
al terminar este verso.

Sin derecho a ese
terso cuerpo parpadeo
ante un ángel migrante
que hace escala en la
tortura de mi deseo.

En el plato de tu culo
me comería las sobras
del amor que te
niegas a servirme.

Olvido

Voy a no-pensar en ti
a no-desearte
a no-amarte

Voy a hacer de tu existencia
un happening del NO

El NO que es un
círculo vicioso
incipiente con tu NO
No me queda más que
olvidar que existen
momentos de no-teolvido.

Primitivo

Te llevo en el brazo derecho mientras camino en tres patas. Estamos desnudos y tus talones tocan el suelo ocasionalmente. Tu abdomen está tenso. Tiene que estarlo, de otra forma perderíamos el equilibrio. ¿Qué equilibrio? Todo el equilibrio. Estamos enamorados, ¿te acuerdas? Mi brazo derecho rodea tu cintura y si aflojas el abdomen, el peso de tu cabeza haría que fuese esa parte, en vez de tus talones, la que toca el suelo.

Estamos desnudos, tu abdomen tenso, tus piernas discretamente abiertas, las mías más. Ambos manteniendo el balance de este móvil humano en el que nos hemos convertido. No pienso en sexo pero la tengo parada; muy tiesa. No pienso en sexo pero a ratos detengo la inexorable marcha hacia ningún lugar en particular para besarte. Tú no piensas en sexo pero tu vagina siente el rose de mi pito. Ellos se entienden. Todos entendemos pero no pensamos en sexo.

El contacto y el roce son naturales. No te fuerzo hacia mi pito ni tu abres las piernas. Sólo ese roce seco y natural producto de este movimiento instintivamente correcto.

De pronto un bache, algo ajeno, parte del camino. Sin quererlo, instintivamente; como si nuestras intimidades se hubieran anticipado al defecto en la brecha, mi pene se sumerge en la delicia de tu vagina. No sé si pierdo el control o lo cedo voluntariamente, pero en ese momento, todo empieza a girar en torno a nuestras partes que se hablan en un lenguaje que tú y yo no entendemos pero que disfrutamos. Somos una obra de arte.

Más roce, más humedad, y de manera igualmente natural, mi cabeza nada en tu alberca. Nomás la puntita, digo. Reímos. Te beso. Mi brazo de pronto se cansa. Como si después de días enteros de llevarte cargando, de pronto mi brazo decidiera descansar en ese instante. Entonces caemos abrazados. En ese caer, tan natural, te la meto hasta el fondo; con todo y güebos, como se diría vulgarmente. Pero esto no es vulgar, es orgánico, natural, rico y perfecto. Es hermoso y cogemos hasta venirnos el uno en el otro.

Detrito

El desorden de mis ideas es tan palpable
que me tropiezo con ellas
como si fueran muebles balanceados
sobre jarrones delicados.

Dejo que mi intelecto me trate como turista:
ajeno.
Me dejo no hacer, no escribir.
Soy detrito anímico
de amoniaco disonante.
Soy disidencia armónica.
Soy como respirar a través de una secadora de pelo…

Y tú. Si pudiera capturar tus movimientos con palabras
sería un carcelero con versos en cero absoluto.

El naufragio de la grafía

El mundo giró tan rápido
que no me di cuenta a tiempo
de que no era mas que palabras;
información.

Ahora es tarde; reescribo tanto
que los palimpsestos de mis páginas
son ladrillos de tinta para construir la nada.

Las palabras se me escapan
como personas que intentan seguir las instrucciones
de evacuación en un naufragio de grafía.

Sepia

El tono sepia del paisaje desértico
se proyecta desde esos ojos que son almendra,
que son ámbar,
pero que son más bien tus ojos;
esos que sólo tú sabes usar,
 que sólo a ti te quedan.

Eres La Ciudad en la que quiero vivir.
Pero a la estrella de mi sentir
 se le acaba el hidrógeno y
genera elementos pesados
que llevan mi hartazgo hasta su masa crítica.
Late el bituminoso movimiento elástico del tráfico.

Mi cerebro secreta imágenes mórbidas
y me alejo de tu horizonte nublado por el polvo.