Más cabeza y menos corazón. “Dijo el Pene”, gritó el estómago fingiendo la voz del hígado.
Informercial
El calzado del futuro
¡Pase por aquí, llévelo! ¡Lo último en calzado!
Como el modelo anterior, se adapta perfectamente al contorno del pie y envuelve a cada dedo de manera independiente. Impermeable, con suela impenetrable y neurosensores de terreno que transmiten información sobre densidad, textura, rugosidad y de más sensaciones táctiles de manera automática hacia las terminaciones nerviosas del pie. Como ir descalzo con una armadura acondicionada.
Además, este modelo tiene la opción de cambio de sensación, lo cual significa que ahora podrás sentir que un río fluye entre tus pies o que los abraza el calor de una chimenea. Todo mientras estás en la oficina, el metro o en la casa.
Detrito
El desorden de mis ideas es tan palpable
que me tropiezo con ellas
como si fueran muebles balanceados
sobre jarrones delicados.
Dejo que mi intelecto me trate como turista:
ajeno.
Me dejo no hacer, no escribir.
Soy detrito anímico
de amoniaco disonante.
Soy disidencia armónica.
Soy como respirar a través de una secadora de pelo…
Y tú. Si pudiera capturar tus movimientos con palabras
sería un carcelero con versos en cero absoluto.
El naufragio de la grafía
El mundo giró tan rápido
que no me di cuenta a tiempo
de que no era mas que palabras;
información.
Ahora es tarde; reescribo tanto
que los palimpsestos de mis páginas
son ladrillos de tinta para construir la nada.
Las palabras se me escapan
como personas que intentan seguir las instrucciones
de evacuación en un naufragio de grafía.
Transformación de caballero a dragón
El caballero dragón corre hacia la ventana. Su piel reptiliana es visible a través del casco, sólo un momento, pero el resto está cubierto en una sólida armadura. Sin embargo el caballero se mueve con una velocidad y soltura suprahumanas. La ventana está a cinco metros de altura, pero el caballero la alcanza en línea recta; al chocar contra el vitral no pone las manos, cierra los ojos y al cerrarlos el casco reacciona cerrándose por completo durante las mismas milésimas de segundo que le toma parpadear. Cruza el umbral de la ventana mientras gira sobre su propio eje hacia la derecha, sus brazos describen una espiral mientras sus ojos emiten un destello de luz violeta. En ese instante la figura antropomorfa se ve borrosa, por lo que la metamorfosis sólo es visible procesando una sucesión de imágenes en un momento en lo que es difícil distinguir en qué momento el sólido se sublima en gas, para coagularse en una masa líquida que cambia de forma de manera drástica: la espiral que forman los brazos se alarga y de pronto ya son alas. Unas alas que parecen las velas de un galeón. En ese mismo instante su cuello se alargaba y su cabeza crecía reptiliana. Todo se ensanchaba como si un pozo de brea estuviera en erupción, las piernas gaseosas del caballero se unían para formar una larga cola y y de la brea goteaban unas columnas de obsidiana imbricada que parecían ser capaces de ignorar a la gravedad mientras durara el giro. Dos giros, y treinta grados, para ser exactos, y un aleteo para volar hacia la derecha y encontrarse en medio de la costa. Otra vez el brillo violeta en los ojos y una nube negra se disipa en el viento que sopla desde el mar. En el castillo no queda una persona viva; únicamente hay no-muerte.
Besos de arsénico
Llueve arsénico en mi paladar.
Las ideas no son más que
coágulos que se asientan
en el éter de un mundo sin ética.
Misantropoiesis en la punta del cerebro.
Caos para SMOSS
Desde la retícula perfecta que se organiza en los bordes de la obra: una sucesión de triángulos que a su vez forman rectángulos, que a su vez forman líneas que forman párrafos que cantan en un solo tono; desde ese orden, uno se sumerge en el caos que se ubica al centro. La madera está allí, como el representante de un mundo vegetal que no escasea en fractales.
Si la leemos de izquierda a derecha como si fuera un texto, la obra puede parecer una novela, con un inicio lento que amenaza con monotonía, para de pronto estallar en un clímax abrupto y ruidoso. Al final, regresamos al silencio del mono-tono con el que empezamos. El silencio nos permite llegar a nuestras propias conclusiones.
Sepia
El tono sepia del paisaje desértico
se proyecta desde esos ojos que son almendra,
que son ámbar,
pero que son más bien tus ojos;
esos que sólo tú sabes usar,
que sólo a ti te quedan.
Eres La Ciudad en la que quiero vivir.
Pero a la estrella de mi sentir
se le acaba el hidrógeno y
genera elementos pesados
que llevan mi hartazgo hasta su masa crítica.
Late el bituminoso movimiento elástico del tráfico.
Mi cerebro secreta imágenes mórbidas
y me alejo de tu horizonte nublado por el polvo.
Con hueso
de las que me como con todo y hueso. Amen durazno
Extraño enemigo
Cigarro, humo dañado;
viejo compañero de rotas victorias.
Coqueteo con laca laca y suicidio tácito.
Extraño ese beso incandescente
que congela cada vena de mi cuerpo
con el frío iridiscente de la muerte inexorable.