Tres pensamientos sobre Japón

1. Orden y respeto.

2. La belleza de la mujer japonesa comienza en extremidades que terminan en puntas que son como granos de arroz.

3. Después de veinte días, uno puede creerse conocedor de todo lo relacionado con las tejas. Eso hasta que de camino al aeropuerto, uno se ve sorprendido por la majestuosa y elusiva teja roja.

Endoshima

La gente de Endoshima es muy simpática y amigable. La isla tiene tres puertos, pero a manera de broma y como bienvenida a los visitantes, todos son idénticos. Con esto me refiero al trazado de las calles, la forma del puerto, las tiendas y comercios. Endoshima es la ciudad de los tres puertos iguales.
El visitante sale, toma una bici y se pierde todo el día. Al regresar ya no está seguro de si está en el puerto correcto. Un dato curioso es que, todos los boletos están programados para depender de los horarios dictados por su puerto de entrada, y cada puerto está tan lejos como para hacer imposible rectificar un error. Además, hay un transporte al día. Total que había un 80% de probabilidad de que en la confusión, el visitante confundiera el puerto. La mayoría optaba por quedarse la noche. Y la gente de ese puerto hacía fiesta. Pagaban media noche y al día siguiente saldrían al siguiente puerto. Si se equivocaban de nuevo, pagaban una tercera parte. Se ve regatear.

Endoshima es famosa por vivir de fiesta, y es que cada día hay al menos un nuevo visitante. La mayoría decide quedarse a vivir después de la quinta noche. Endoshima aún es una ciudad joven, pero crece rápidamente. Las únicas reglas son orden y respeto… y fiesta.

El dragón de agua

Aoka, 700 dc.

Aoka era un territorio seco y su pueblo era muy pobre. Tenía además un problema circular: como era una región pobre y árida, la mayoría de su gente joven abandonaba Aoka tan pronto les era posible, entonces no contaba con los recursos humanos para rehabilitarse, por lo que seguía árida y pobre. La situación era triste.

Cuando Esu Binai tuvo la oportunidad de salir de Aoka, lo invadió un sentimiento de incompletitud y se dio cuenta de que en realidad, no era un adulto. Era un hombre, sí, pero sus ambiciones eran muy diferentes a las del resto de su generación. Sus placeres eran simples. Había dos cosas que disfrutaba por encima de todo: caminar, y la jardinería; tal vez fuera por eso que la situación de Aoka pesaba tanto sobre él.

Y no era que no tuviera oportunidades, después de todo, le habían ofrecido ser el jefe de jardinería del monasterio en Oshika, cerca de ahí. Cuando le hicieron la invitación formal sintió que algo no cuadraba, como si Aoka misma le pidiera que se quedase. Cortésmente, rechazó.

El día promedio de Esu Binai, consistía en hacer un recorrido en espiral, partiendo desde el centro del pueblo, para llevar agua a las pocas áreas verdes que había en Aoka. En uno de esos días, ya cuando se acercaba a los límites del pueblo, encontró una lagartija verdiazul que le llamó mucho la atención. Nunca antes había visto una parecida, a pesar de que se la vivía observando atentamente a la naturaleza.

A partir de aquél día, siguió encontrándose a la lagartija con una periodicidad que no tenía un patrón aparente. En realidad sí había un patrón, pero el hecho de que él no lo encontrara, no significaba que no lo hubiera. De hecho, no sólo existía, sino que además estaba escondido en la figura que trazaba al elegir sus rutas.

Después de haberla visto por primera vez, se la encontró al día siguiente. Luego pasaron dos días antes de que se la volviera a encontrar, después hubo un intervalo de tres días. Esu supuso que así iba a seguir, pero luego el intervalo brincó de tres, a cinco días, y luego pasaron ocho días entre un avistamiento y otro. De pronto él se sintió angustiado. Disfrutaba de ver a la lagartija y le llamaba la atención cómo la lagartija lo observaba.

Cuando pasaron trece días desde la última vez que la había visto, se la encontró en las afueras del pueblo, justo después de haber terminado de regar. Se acercó con cautela y se sentó junto a ella. Así permanecieron un rato: él en silencio, y ella inmóvil. Al cabo de algunos minutos, en los que el tiempo pareció congelarse porque no se sentía viento ni se podía percibir movimiento alguno, Esu comenzó a hablar con soltura.

“Parece que nos hemos estado siguiendo, pero esta vez ha pasado mucho tiempo y me inquieta pensar que tal vez llegue un momento en el que no nos volveremos a ver. Y entonces ya no estoy seguro de quién sigue a quién”. Hubo otro momento de silencio, y cuando estuvo a punto de hablar de nuevo, la lagartija interrumpió su pensamiento.

“Creo que saber quién sigue a quién, es irrelevante, sin embargo, no puedo evitar percibir algunas inquietudes que te impiden sentirte a gusto”, escuchó dentro de su cabeza. “Pero tienes razón en algo: tu movimiento es lo que ha determinado la temporalidad entre nuestros encuentros, y aunque esto puede cambiar, el curso que llevábamos antes de tener esta conversación, era definitivamente divergente”, continuó. “Verás, yo soy el guardián de esta zona, y veo que la tierra y el entorno están en armonía con su asentamiento humano, y sin embargo a diario percibo en algún momento que ustedes no están cómodos. Así que, dime lo que sea que tengas que decirme al respecto.”

“Nuestro pueblo sólo tiene un problema, y es que no hay agua. No hay agua y por esa razón todo mundo se muda de aquí en cuanto le es posible. Eso es lo único que me entristece, y creo que es algo que preocupa a toda la población de Aoka,” explicó Esu sorprendido.

El guardián simplemente se limitó a decir, con una risa que siseaba, “Agua, por supuesto, nunca lo hubiera adivinado. Asumí que, dada la astucia de su especie, serían capaces de encontrar los ríos subterráneos. Ahora me doy cuenta de que no es así. En fin, con eso sí que les puedo ayudar. Mañana te ayudaré a encontrar un gran río subterráneo no muy lejos de aquí y con el que se podrá abastecer a la población. Cuando te lo muestre, todos serán capaces de verlo, por lo que no será difícil convencerlos de cambiarse de lugar.”

En cuanto terminó de hablar, el guardián despegó rápidamente. Dada su velocidad, Esu pensó que lo perdería de vista en cuestión de segundos, sin embargo el tamaño de la lagartija se mantuvo hasta que él la vio enroscarse alrededor de una nube que descansaba sobre una montaña que estaba a diez días de camino. En ese momento, Esu entendió que su tamaño había aumentado en proporción a la velocidad que llevaba, y a la distancia que lo separaba de Aoka. Esto le dio la seguridad de que lo que el dragón decía era verdad.

Al día siguiente, el dragón trazó el curso del río subterráneo con su cuerpo, y todo el pueblo pudo ver dónde estaba el agua. Tal y como había dicho, Esu no tuvo problemas para convencerlos.

Así nació Shinaoka, que fue el primero de los nuevos pueblos. Lo curioso es que el primero de los pueblos nuevos no era un pueblo nuevo, sino el original. Es decir, Shinaoka es más vieja que Aoka misma, pues ésta última fue fundada de nuevo cuando la expansión de Shinaoka alcanzó el antiguo territorio seco que ahora podía irrigarse gracias a la gente y el buen manejo de los recursos.

Perdido en Kyoto

Hoy me la aplicó. Pese a los paraguas, bajamos empapados del templo de Innari (el zorro). Para ella, caminar con los pies mojados es una tortura, así que se discutió la opción de que ella se guardara, pero nunca se tomó una decisión concreta.

De pronto llegamos a una parada, y de la nada, me dijo que se bajaba, me dio el mapa y se fue. Cuando llegué a la última parada de esa ruta, me di cuenta de que no sabía dónde estaba el mercado. No pasa nada, pensé, y decidí emprender el viaje de regreso a donde nos estábamos quedando. El problema, luego caí en cuenta, fue que tampoco sabía dónde estaba el hostal. Tiempo más tarde llegué al hostal equivocado; la probabilidad era de 50% y perdí el volado.
Fue así como pasó. Asumí que el templo que había visto la noche anterior cerca del hostal, era uno que en realidad no era el que yo creía. Claro, era de noche, en Kyoto (que está lleno de templos), y yo iba guiado por pura memoria. Y bueno, terminé cerca de la universidad. Mientras caminaba intercepté una conversación en inglés, pregunté por el hostal, y llegué… al hostal equivocado.

Ahí me conecté, pero al no obtener respuesta inmediata, pedí que llamaran al único otro hostal de la cadena en Kyoto para ver si había un mexicano (o sea yo) registrado. Como era de esperarse, resultó que sí había un mexicano registrado. El encargado me dio direcciones y después de unas 10 horas, llegué a territorio conocido. Tenía hambre, así que decidí comer, de lo contrario me comería a quien me había abandonado. Me tomé una cerveza mientras veía cómo me preparaban el mejor okonomiyaki que me he comido, y concluí que la vida es bella incluso cuando estás cansado y tienes los pies mojados.

Balance

INTRO GUIÓN

Lo vemos sentado trabajando, una corriente de viento se cuela por la ventana y crea distancia entre él y el lápiz que quiere alcanzar. No aparta la mirada del papel sobre el cual plasma las ideas que fluyen como río. Para él ya es natural tener todo a su alcance. Cuando extiende el brazo y abre la mano para tomar el objeto que necesitaba, se sorprende al no encontrarlo, pero no repara en ello. En cuanto hizo el movimiento y pensó en dicho objeto como sujeto, éste regresa a la posición original; al alcance de su mano.

Todo está en entender el balance, no es necesario pensar en la velocidad del viento ni se requiere de mucha concentración. Es algo que sucede de manera natural entre todos los sujetos que comparten el espacio en un tiempo determinado. El truco es, entender a todo aquello que comparte nuestro espacio en ese tiempo determinado, como un sujeto. De ahí sigue que en el espacio-tiempo no hay objetos y sujetos, sino únicamente sujetos.

Cuando él pensó en el lápiz, éste escuchó su pensamiento y reaccionó de acuerdo a él; no por obligación, sino porque el lápiz conoce su función, veía en la persona una vía para cumplir su función, y además recordaba su posición original.

Sobre el balance.
El balance vive entre el movimiento y el tiempo. Newton tenía una buena idea en su tercera ley, pero esto va mucho más allá. Se explica mejor con el ejemplo en el que la voluntad del lápiz reacciona a la voluntad de quien lo utiliza para que desempeñe su función: en el ejemplo, todo comienza porque la voluntad del viento mueve al lápiz (que por cierto no se opone), pero a la vez, el lápiz tenía una posición determinada en función de quien lo utiliza para escribir. El problema aquí, es un problema de aritmética de voluntades. La voluntad de quien quiere escribir, más la voluntad de quien escribe (o sea el lápiz), menos la voluntad del viento igual a telekinesis.

Japonés

El taller de caligrafía
Rolar con alguien local, diferencia al viajero del turista. Si además el destino presenta una barrera lingüística infranqueable, dicha persona se vuelve imprescindible. En el caso Japón, el viaje y mi guía, quien no sólo es japonesa, sino también lingüista, me ayudaron a darme cuenta de algunos datos interesantes sobre el lenguaje. Aunque hay mucho más que decir respecto al japonés, en este post hablaré de mi experiencia en términos de fonética y significado. En particular, me interesan las posibilidades que ofrece la traducción de algo tan simple como un nombre propio, que si bien en la mayoría de los casos no es traducible, en el japonés se puede traducir a través de esos dos caminos: fonético, o por significado.

A continuación, el día en que conocí a su abuela calígrafa. 
Conocer a la Sra. Tokumasu era uno de los objetivos principales del viaje a Japón, y aunque nunca lo dije en voz alta, sabía que mi guía cumpliría ese deseo, porque tiene el súper poder de leer mi mente. Y así pasó.

En uno de mis cuadernos yo llevaba el sello que un tío me regaló. Era un sello que mandó a hacer en Japón, y que se suponía que era mi nombre: Pe-do-ro. Con eso comenzó el análisis y la clase de caligrafía. Estuvimos un rato tratando de descifrar el sello, pero hubo una letra que no se dejó: la letra fantasma, como dijo la Sra. Tokumasu. Además, yo tenía la inquietud de descifrar otro nombre, pues su terminación fonética era la palabra para “nombre”, coincidencia que me parecía por de más interesante. Fue por eso que pregunté sobre el kanji para “espina” (togue en japonés), como para dar una pista de hacia dónde iban mis intereses. En ese momento me entró la duda sobre esta cuestión de traducción fonética o por significado. Es decir, no estaba seguro si me interesaba la palabra “espina” como sucesión de fonemas, o por su significado.

Dado que el significado es trivial y ya tiene un kanji, decidimos hacerlo fonéticamente, pues con cada fonema se puede escoger una letra con un significado en sí mismo, lo que convierte a una sola palabra en un poema que nace de la fonética de la palabra en cuestión.

Después de una hora de investigación, la Sra. Tokumasu dice “nunca había visto esta letra”, refiriéndose a la letra “peiyi”, que era la que quería usar para el sonido “pe” o “pi”. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que antes solamente podía intuir sobre la riqueza del japonés.

Hasta donde entendí, en el japonés hay 3 niveles: el fonético, adaptado al alfabeto; el que traduce eso a letras japonesas que son sonidos, aún; y el nivel de los kanjis, que es donde se encuentra la abstracción. Es decir, en el tercer nivel es un lenguaje más complejo, pues a un sólo sonido, se le pueden asignar varias letras que son gráficamente distintas y que por lo tanto, tienen un significado diferente. Creo que eso es lo importante: que sin importar cuál sea mi nombre verdadero, a la hora de analizarlo y escoger bien las letras (mi guía se encargó de reducir la búsqueda a unas cuántas opciones para cada sílaba), se puede construir, no sólo una palabra, sino una cadena de significados que hacen referencia a la palabra en función de cómo será usada. Esto le da otra dimensión al lenguaje, lo enriquece y lo hace más complejo por el bien de un fin estético. Después de más de 10 años de búsqueda, mi nombre verdadero es

恵 素 美 名 (lo que nombra la felicidad es la belleza simple).

Francis Bacon en Tokio

Nada como ver la obra de un artista que te interesa, en vivo. Simplemente no hay información que te pueda preparar para la experiencia uno-a-uno.

En el National Museum of Modern Art, tuve la suerte de encontrar una exposición de Bacon. Bueno, más bien fui al museo porque tenían esta exposición. La única expectativa que tenía, era que tuvieran aunque fuera una referencia (si no la obra en sí) de su cuadro: Study after Velázquez’s Portrait of Pope Innocent X. Fue por eso que al entrar, eché un vistazo rápido para tratar de encontrar la obra que por desgracia, no estaba. Sin embargo me di cuenta de que definitivamente había trabajo por hacer, pues esa estética que tanto me llama la atención, estaba presente en muchos de los cuadros de esta exposición que fue curada con esa atención al detalle que caracteriza a la sociedad japonesa.

Esto es un ejercicio para tratar de entender cuánto trabajo invirtió Bacon, antes de completar la obra en cuestión a partir de la obra mostrada en esta exhibición.

Según lo que veo, todo comienza en 1949 con el Study for Portrait. Es simple, pero la estética ya es evidente: un hombre sentado, las manos tensas sobre los descansa-brazos y la boca abierta; no necesariamente un grito audible, como el que se ve en el retrato del papa, pero tal vez un grito mudo o la simulación de un grito. Esta figura vive en una especie de cubo transparente que podría ser el ensayo de la jaula que encierra el papa.
 En 1953 hace un pequeño (40 X 60) estudio titulado Study for the Head of a Screaming Pope y es como ver un acercamiento de la obra que quería ver. Es curioso que incluso en una pieza tan pequeña, Bacon recurre de nuevo a la prisión de cristal.

1953 es el año del papa; es decir, es el año en el que pinta la obra pero además, pinta otros dos estudios que supongo que precedieron al Study after Velázquez’s Portrait of Pope Innocent X. El primero repite la jaula de cristal, pero el hombre que contiene es inexpresivo, lo único que existe es la intención de movimiento, como si estuviese a punto de levantarse. El segundo estudio juega con la figura pontificia y es un experimento cromático, como una prueba para ver cómo funcionan los colores.

Si bien el tema cambia, la estética persiste hasta 1961, aunque supongo que la etapa de fijación termina en 1955 con Figure Seated (The Cardinal). La falta de labios es terrorífica; tal vez más aún que en la composición de Study after Velázquez’s Portrait of Pope Innocent X (que es lo que más me llamó la atención en primera instancia). El miedo, o la habilidad para plasmarlo, son lo que hacen del cuadro uno de mis favoritos, y en el estudio de 1955 se nota que Bacon ha dominado la técnica para comunicar ese sentimiento. Y sin embargo se nota que ya está aburrido, pues el resto del cuadro es una caricatura: las piernas estiradas caben por completo en la silla; como si la silla fuera muy grande o el hombre muy pequeño, como las proporciones ya no fueran importantes y como mostrando que está listo para dar el paso hacia una nueva fase estética.

El continuo comunicativo

Aún tengo que trabajar mucho sobre esta idea, pero igual ahí tá.
Puede sonar trillado, pero todo está conectado. Es otra manera de explicar otra idea trillada: que somos una sola cosa. Si bien es fácil entender la idea (como tal; a nivel mental), el argumento que pretendo hacer se extiende hasta el terreno de la física.

He tenido este tipo de ideas desde hace nueve años, pero siguen apareciendo en distintas formas. Este fragmento, por ejemplo, surge después de haber leído un artículo en Wired sobre cómo era posible hacer que una rata de laboratorio moviera la cola con sólo pensarlo, y sin intervención quirúrgica.

Suponiendo que todo se origina por un(os) impulso(s) eléctrico(s) en el cerebro, hay dos maneras en que la comunicación puede ocurrir. Si lo que se quiere manipular es el cuerpo propio, como por ejemplo detener una temblorina, el cerebro manda la señal a través del nervio más cercano pero a partir de ahí, ¿cómo llega a la mano o al párpado? Según yo la información se debe ir pasando a través de las células, tejidos o incluso la sangre. La cosa se complica cuando se quiere actuar sobre agentes externos, pero el método es el mismo: impulso que se propaga a través del cráneo, luego a la piel que está en contacto con; digamos, el aire, y luego esa información que ya dejó nuestro cuerpo se va pasando de molécula a molécula hasta llegar al objetivo.

En el artículo hablan de una brain-to-computer interphase, pero yo más bien creo que el cerebro es la interfaz, y que, a través de esa interfaz podemos ser capaces de incidir en el continuo comunicativo.