Category Archives: Filosofía

El verbo okupar

No sé si sea una cuestión jaliciense, pero como ahí lo noté por primera vez, para mí lo será. Fue en Puerto Vallarta donde me di cuenta de que la gente ahí, no necesita, sino que ocupa:

• ¿Han visto a Laura? No, pero qué ocupas.
• Ocupo un nuevo trabajo.
• ¿Vas a ocupar la escoba?
• Tu caldo ocupa más cebolla.

Y de más aplicaciones.
Hasta ese entonces, ocupar era algo que le hacían las cosas en el espacio, o que correspondía a personas que no estaban disponibles, pero ¿la necesidad? ¿Usarlo para expresar necesidad? 
Me pareció genial y no pude evitar ocuparme en esos pensamientos. 
Y en eso andaba cuando me di cuenta de que además está el movimiento Okupa,
que le da esa sazón disidente
a la palabra.

La combinación de esa palabra con esa idea, y el uso que se le daba en mi trabajo, fueron la receta perfecta para que se me antojara decir que en Jalisco, uno no necesita, uno OKUPA. Y eso es chido. O al menos divertido e inteligente (as in clever or witty). Porquea la oradeloschingadazos no hay que necesitar, sino ocupar. ¿No creen que ocupamos un nuevo sistema político? ¡Okupémos!

notas sobre el autor como productor

El autor como productor es un librillo que salió de una cátedra que dio Benjamin, y  que antecede a  su trabajo más famoso: La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica.

Según Benjamin, la calidad de una obra de arte se mide en la capacidad que ésta tiene para dar cuenta de los problemas técnicos que la historia de su oficio (aplicado a la sociedad) le plantea en general, y particularmente en el caso de una sociedad con tecnologías modernas, enfrentarlas a la inminencia de un cambio radical. O sea, aprende de tus errores y limitaciones y utiliza lo aprendido para cambiar tu oficio.

La obra necesita insertarse en el conjunto vivo de las relaciones sociales, mismas que están condicionadas por las relaciones de producción.

La técnica literaria existe para someter a la obra a un análisis social.

El lector está atado al periódico por su impaciencia cotidianamente ávida de nuevos alimentos. Este punto es particularmente interesante, ya que si bien él habla del periódico, hoy se puede extrapolar a todos los medios que nos rodean y ejercen control sobre nosotros: internet (y la plétora de redes sociales), televisión, etc. Además, hoy nos enfrentamos a una capacidad de atención disminuida por parte del público, aunque a cambio de eso tenemos más participación e interacción entre los autores y su público.

Dado que ser literariamente competente es un bien común, hay que refuncionalizar la práctica literaria para suprimir la oposición entre técnica y contenido y la diferencia entre autor y público.

En conclusión, creo que es evidente que la teoría es de güeba y que hay más crítica en el acto de romper la ventana de un Walmart que en teorizar sobre estas cosas. Aunque sí estoy de acuerdo en que todos deberíamos de leer y escribir más; al fin todos sabemos hacerlo.

No Computer

Con el objetivo de crear conciencia sobre la importancia de la socialización no virtual, el diez de noviembre de 2113 se estableció, de manera obligatoria, un día a la semana sin aparatos electrónicos. La medida se instauró de manera inmediata y a nivel global. Surgió como respuesta a un declive constante en los números de la población a nivel mundial, y tras cincuenta años de negociaciones fallidas. Es la consecuencia de una población que se mantiene al borde de la extinción. El origen de la extinción no estaba en los aparatos electrónicos, pero con tal de no cambiar el sistema, la oligarquía estaba dispuesta a intentar cualquier cosa.

Calaveras

El apocalipsis zombie

Nos venden, nos vendemos y nos compramos. Compramos y vendemos cosas, ideas, nuestro trabajo y nuestra mente. En realidad es posible prescindir de la mayoría de estas mercancías, sin embargo la falta de sensibilidad para percibir nuestro entorno, hace que no nos demos cuenta de que podemos prescindir de ellas hasta que las tenemos. Es decir, compramos para darnos cuenta de que lo que acabamos de comprar es basura. Al darnos cuenta de eso nos preparamos para deshacernos de la basura, per no sin estar programados para consumir lo que sigue.

La clave está en la palabra ‘CONSUMIR’. Me llama la atención que también la usemos para hablar del fuego que consume un bosque. Es, en definitiva, una palabra negativa. Consumimos por consumir, porque nos han condicionado a pensar que así es como debe ser. Además tiene doble filo, pues mientras el cerebro individuo es consumido por la publicidad y los medios, el individuo, al seguir esas instrucciones, consume su entorno.

No se puede producir para el consumo. O más bien tal vez es que no puede haber producción que aguante el consumo, pues el consumir implica una acción que eventualmente termina con aquello que se consume.

De ahí que ahora hablemos de creación de necesidades. Tenemos que dejar de crear necesidades y más bien concentrarnos en las necesidades reales.

El éxito de los zombies y la curiosidad en torno al apocalipsis zombie se debe a que el mundo zombie representa una de las muertes posibles del capitalismo.

Ahora que los zombies están de moda no puedo evitar en preguntarme por qué. Por un lado me parece interesante cómo a través del fenómeno zombie, la gente se comienza a preguntar, si bien de manera tácita, qué pasa cuando las condiciones del mundo ya no permiten mantener ciertos hábitos de CONSUMO, que pongo con mayúsculas para contrastar la palabra con la otra acepción; la del bosque. Sin embargo todos, desde los que se preguntan cosas o se dan cuenta de que el mundo que hemos moldeado es insostenible, hasta los que no se preguntan cosa alguna, estamos sujetos a la manipulación del capitalismo. Con esto me refiero a que el sistema mismo nos impide darnos cuenta de que ya  somos zombies. Nos hace creer que somos libres y luego nos impone la manera en la que debemos vivir, creando necesidades y emociones ajenas a nuestra verdadera naturaleza.

Vivimos en un mundo tal, que incluso cuando somos concientes de que ni podemos ni debemos mantener este modo de producción, seguimos perpetuándolo. Sí, el ecologista que recicla que vive en Portland no come carne, pero es un médico en un hospital PRIVADO y ha PRIVADO de cuidado a más de un paciente por no tener un seguro. El ejemplo del médico antihipocrático o hipócrita es simplemente una gota más en el vaso. El problema real, evidentemente, es más profundo y no puede analizarse bien en un ensayo sobre zombies.

El problema que me interesa abordar con ese ejemplo, es cómo el sistema en el que vivimos nos hace sentir cómodos con nuestra situación; cómo nos permite darnos palmaditas morales con nuestras diversas pequeñas contribuciones, eso sí, muy individuales, propias y originales, mientras seguimos alimentando al monstruo en todos los niveles que no son parte de nuestro “yo”. No vemos los problemas ajenos como propios, existe una división entre el yo y la comunidad y eso genera zombies: zombies con educación universitaria que compiten para enriquecer a unos pocos en vez de contribuir y producir para la sociedad. Eso es lo que hace de nuestro mundo un mundo zombie, y eso es lo que hace que nuestro coqueteo con la idea del apocalipsis zombie estilo TV represente simplemente una alternativa (demasiado improbable y muy fantástica, pero alternativa al fin) a la realidad capitalista.

Y claro, el argumento no es que todo aquel que se sienta consciente deje de comer carne o tomar cocacola. El argumento es bajarle a la voracidad y pensar un poco en el otro; sea el entorno, o los seres que en él habitan. Dejemos de ser zombies voraces, dejemos de competir para producir para unos cuantos, dejemos de consumir y produzcamos; distribuyamos. Dejemos de ser consumidores.

Creo que la discusión puede extenderse, por lo que me gustaría dejar algunas preguntas abiertas. ¿Hay posibilidad para la revolución de los zombies? ¿O más bien seguiremos anhelando el apocalipsis zombie mientras nos podrimos en una realidad que ya está en sí zombificada?

Epistemología 1

Pensaba en el conocimiento y en cómo es… ¿infinito? Tal vez. Lo que pensaba es que antes el conocimiento giraba en torno a la comprensión de lo exterior. Las ciencias avanzan y nos legan lo entendido en el pasado de tal manera que ahora, el conocimiento que se hace hacia el exterior, es hiper-especializado. Con esto me refiero a que un biólogo ya no se dedica a comprender la naturaleza de los seres vivos, sino que se especializa en un aspecto particular dentro de su disciplina.
 Eso está bien.
 Pero la razón por la que pienso en infinidades o asíntotas cuando pienso en el conocimiento (no sé si sea mejor decir ‘conocimiento qua información’ o simplemente hablar de información, pero bueno), pienso que la información es, por la cantidad que generamos tratando de entendernos a nosotros mismos, nuestra naturaleza. Somos información en este universo lingüístico.
Éste post es simplemente una discusión interna y monológica pero que me encantaría discutir. Es un tema hondo y con mucho que hablar.

Mentiras

Todo lo que se usa para descubrir una mentira puede ser transformado en mentira. Me preocupa que todo lo que se haga en contra del sistema será o ignorado, o absorbido, atenuado y vendido como vacuna. La originalidad siempre será recibida con escepticismo: necesita ser verificada primero, analizada para consumo masivo.

Especiación lingüística

“El lenguaje está vivo.”
Como que suena a una de esas máximas que surgen en conversaciones profundas. Como que me imagino una mesa de intelectuales (y curiosamente la imagen en mi cabeza es el cuadro de los perros jugando cartas), en la que de pronto alguien tira esa frase dentro de la conversación y todos asienten tocándose el mentón o la barba en silencio. Y claro, asienten mientras piensan que si bien hay mucho que decir al respecto, pueden estar de acuerdo.

Tal vez sea ese peso específico dentro de la frase, lo que hace que realmente no nos detengamos a pensar cómo o hasta qué grado el lenguaje es realmente una entidad viva. En el mundo hay lenguas que mueren cuando las nuevas generaciones no entienden la importancia de aprender una lengua en desuso, pero también hay otras causas de muerte, como cuando son absorbidas por la cultura que las que las rodea. Pero no sólo se trata de muerte, si así fuera ya todos hablaríamos chino o inglés.

Por el lado de la vida, las lenguas dominantes están tan vivas que crecen, cambian, se hacen pequeñas, se enciman, se insultan, se deforman y se adaptan a nuevos medios, etc. Por eso hay cosas como trocas o vatos o güeyes.

Por eso tomé prestado el término ‘especiación’ de la biología, donde tiene un significado muy parecido. En biología, la especiación explica el surgimiento de nuevas especies. Aquí la diferencia es que estamos tratando con un tipo de vida nueva: la vida de los lenguajes y cómo se generan las nuevas especies. La especiación lingüística pretende analizar las diferencias entre lenguajes y dialectos desde el punto de vista de sus causas. La especiación lingüística explica toda diferencia: desde la diferencia entre español o inglés, hasta la diferencia entre el español mexicano de barrio y español mexicano fresa (pijo, posh), ya sea desde el punto de vista geográfico, socioeconómico, etc.

Y entonces ¿qué es y para qué sirve? La especiación lingüística es el análisis que explica cualquier proceso de cambio en algún lenguaje. Sirve para estimular el uso del lenguaje, para generar identidad de grupo y así fortalecer lazos, entre otras cosas que seguro aún no he pensado.

Cuando estos cambios modifican el lenguaje ¿dónde se marca la diferencia entre lenguaje y dialecto? Al igual que con las especies vivas, cuando hay reproducción. Si nos podemos reproducir, somos la misma especie, si no, no. Hubo una barrera tal que, aunque nos gustemos, no nos podemos reproducir. En los lenguajes es lo mismo. Si el contenido no se puede reproducir, o necesita ser modificado (por sutil que sea la modificación), entonces hay especiación.

Lo que en el ámbito de las traducciones se conoce como localización es traducir un texto enfocándose a un cierto grupo objetivo. Es decir, ya no se traduce al español, sino al español latino o español de Bolivia. Hablar de localización es hablar de dialectos; de distintas especies de lenguaje.

Los dialectos nacen en el cambio en el uso de un lenguaje dentro un espacio geográfico o social reducido. O sea las modificaciones hechas por los individuos de X o Y subgrupo. El ejemplo más claro son los acentos. El argentino es tan marcado que hasta se escribe de manera diferente, y si bien con el resto no se nota en la escritura, la diferencia es notable a la hora de escucharlos.

El español es dialecto del latín, el mexicano del español, y así. No así el mije o el maya, que son lenguajes vivos. Como, está el inglés, el inglés americano, y el inglés texano. Seguramente dentro de Texas, habrá quienes distingan entre regiones. Eso también pasa en las ciudades, en las que uno puede determinar la proveniencia del interlocutor con base en su elección de palabras o entonación.

Si bien los lenguajes pueden estar asociados a una barrera geográfica, la especiación lingüística está más bien relacionada con las barreras culturales. Eso es lo que he pensado sobre la especiación lingüística.

Tengo un diagrama

Pretende explicar cómo las cosas hablan con todo.
Con todos.

No se trata de escuchar o de entender,
sino de percibir y sentir, y expresar.

A veces siento que las cosas me hablan
y me frustro al no entender.

Robo fuerzas del diagrama,
y recuerdo que
el lenguaje es estético:
no hay mensaje definido.

El lenguaje del arte comunica experiencias,
no mensajes.
Insensato, rico en percepción y expresión
pero que no se habla.
Son las matemáticas que
hablan y ordenan.

El lenguaje universal

Hasta hace poco creía que había dos lenguajes universales: el arte y las matemáticas, pero últimamente siento que debe haber un único lenguaje universal que combine la manera de acceder al conocimiento a través de los dos anteriores. Sería algo así como definir el arte con precisión matemática, y entender la belleza de una ecuación.

Memoria caché

En el lenguaje de la informática, la memoria caché sirve, creo, para almacenar cosas que le sirven a la máquina pero no al usuario. Incluye, creo, cosas como cookies y otras pendejadas molestas por el estilo.
En el lenguaje del ser humano, o más bien en el contexto del ser humano, la memoria caché es la memoria basura que recuerda datos sobre los deportes que no nos interesan, sobre la combinación de colores adecuada en la ropa, y es la que usamos para decidir qué nos gusta y qué no; es la memoria de la elegancia y por lo tanto, la memoria basura.